Más dudas sobre la credibilidad de la economía

Elías Amor Bravo, economista

Ahora sí que se formó el titingó. Una frase coloquial cubana para tratar un asunto tan espinoso como la información económica, lo que realmente le da credibilidad a un país. Me refiero a la noticia que se ha divulgado en varios medios, según la cuál, nuevos datos oficiales divulgados por el régimen esta semana han señalado que la economía castrista creció un 0,5% en 2016, lo que supone una revisión al alza de la estimación preliminar del gobierno, que había sido una reducción del 0,9%.

Es decir, de bote pronto, el régimen decide que en vez de recesión, la economía crece, aunque poco, todo sea dicho. Pero la revisión del crecimiento supera el 100%, dicho de otro modo, es como pasar del negro al blanco, o viceversa, que igual da. Un régimen que aspira a ganar confianza y credibilidad internacional, atrapar inversores extranjeros y condonar deudas de los acreedores, no debería jugar a este juego peligroso. Nunca. Lo puede pasar realmente mal.

No fue hace mucho tiempo, en diciembre pasado que Raúl Castro explicó ante los electos de la Asamblea Nacional que la economía de la Isla había sufrido los duros golpes de la crisis provocados por el derrumbe del petróleo de Venezuela, haciendo con ello que la economía entrase en recesión. La estimación del PIB para 2016, en tales condiciones, insistió en una reducción del -0,9%, un dato de carácter oficial y del más alto nivel político en Cuba, que ha sido divulgado y aceptado por todos los que siguen con interés las andanzas de la economía.

Ahora, en un informe de la ONEI se corrige el dato, y se anuncia que el año 2016 cerró con crecimiento del 0,5% que tampoco es gran cosa, pero apoyado en un superávit comercial estable después del descenso del año anterior.

Las magnitudes que justifican este cambio en la medición del agregado del PIB son unas exportaciones de bienes y servicios por importe de 13.600 millones de dólares, y unas importaciones de 11.200 millones de dólares en 2016, lo que arroja un superávit en la balanza corriente de unos 2.400 millones, más o menos lo que necesita el régimen en inversiones extranjeras para equilibrar sus posiciones deficitarias.

La revisión de datos por la ONEI que incluye otras informaciones, además del producto interno bruto, exportaciones y masa monetaria, así como información sobre deuda, todo ello relativo al año 2016, llega con más de un año de retraso, en el que las autoridades de la isla, a pesar de poseer el control absoluto de la economía, se habían movido con otras cifras. Desautorizar políticamente a Raúl Castro o a Cabrisas parece una apuesta arriesgada de los estadísticos cubanos, pero en este caso, desde luego, para salir mejor parado. Sin duda alguna.

En algún post anterior denuncié que ese retraso anormal en la publicación de los indicadores macroeconómicos de 2016 no hacía presagiar nada bueno, y planteaba las dudas sobre la calidad de las informaciones, el rigor de los datos y por ende, la credibilidad de la economía. Una cuestión a la que las autoridades en Cuba no parecen prestar la debida atención. Las malas noticias, cuando se trata de la gestión de una economía, son preferibles a los silencios, y cuando Raúl Castro dijo que la economía cubana había entrado en recesión en 2016, todo el mundo asumió el escenario y se preparó para lo peor: por ejemplo, los retrasos conocidos en los pagos por la falta de liquidez estructural del sistema, el aplazamiento de la unificación monetaria.

El cambio inesperado en la medición de los indicadores de 2016 provoca sospechas de manipulación estadística, y sobre todo, desinformaciones a los diputados de la Asamblea nacional que asistieron a las explicaciones de Castro y Cabrisas sobre el desempeño deficiente de la economía en 2016.
El crecimiento del 0,5% en 2016 llega, además, en mal momento, porque no hace mucho tiempo la CEPAL aseguró que su estimación del PIB en 2017 se situaba precisamente en torno a la misma cifra, un 0,5%. Es decir, ahora no es que la economía cubana salga tímidamente de una recesión, lo que se puede interpretar como una evolución positiva en algunos meses, con crecimientos superiores a la media anual, sino que, más bien todo lo contrario, la economía cubana se encuentra estancada, en el 0,5% y no aparecen los motores que puedan promover su dinamismo.

Dicho de otro modo, las reformas que el régimen está imponiendo no están dando los resultados deseados, y más bien al contrario, la parálisis de la economía se acentúa, con dos años de débil crecimiento económico. La conclusión es que a partir de ahora, los retrasos en la publicación de los datos serán interpretados como manipulaciones, y eso no es bueno.

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