Vender fruta a los cruceros

Elías Amor Bravo, economista


La historia se repite. Cuando los primeros barcos de los españoles conquistadores llegaron a las costas de Juana, y entraron en contacto con los nativos, se produjo un primer intercambio de mercancías que fue del agrado de todos. Los indios suministraron viandas y frutas que los españoles desconocían, pero que de inmediato fueron de su agrado, y mostraron los yacimientos de agua fresca porque los depósitos de los barcos ya estaban vacíos después de una larga singladura. Los conquistadores en aquellos primeros viajes ofrecían a los nativos baratijas y enseres que llamaban la atención de éstos, sin ánimo lucrativo. Era un intercambio natural en el sentido más explícito del término.

Cinco siglos más tarde, no he podido dejar de pensar en aquellos primeros contactos entre dos civilizaciones que, hasta entonces, se desconocían, al escuchar las declaraciones del ministro de agricultura castrista Gustavo Rodríguez Rollero, recogidas en varios medios de comunicación. Al parecer este alto funcionario del régimen solicitó a los agricultores de Ciego de Ávila, durante el VII Encuentro Nacional de las cooperativas que integran el Movimiento Vanguardia Político Productivo de Frutales al que concurrieron más de 200 delegados, que “aprovecharan las ventas de frutas frescas en los cruceros que lleguen a los puertos cubanos”.

Si. Como lo han oído. No me dirán que es de las mejores declaraciones que un alto dirigente del régimen nos ha dejado para la posteridad. Como en los albores de aquellos primeros contactos entre españoles y nativos, este ministro del ramo agrícola quiere que los agricultores, en su afán por mejorar la producción y la calidad de sus cosechas, “vendan frutas frescas a los cruceros que lleguen a puertos cubanos”. Me lo imagino. Ni mercados de distribución, ni tampoco intermediarios o logística y desarrollo de una cadena de valor. Nada de eso. Mucho más simple. Vender a los barcos, de forma tan sencilla como en 1492.

Además, es la primera vez que escucho a un responsable de Agricultora de un país anteponer las necesidades de los ciudadanos del mismo, que parece que son secundarias, a otras que no son las más inmediatas. Este ministro quiere que los cubanos sigan comprando la dieta racionada, haciendo cola en las bodegas vacías para seguir esperando por lo que nunca llegará, y que los mejores productos se lleven a los barcos en los que "regresan" los conquistadores. Ellos llevan divisas, euros, dólares, yen, qué más da. Lo importante es ganar dinero, lo que puedan comprar los cubanos en los mercados nacionales de suministro es de segunda importancia.La revolución pide sacrificios.

Aparentemente, este tipo de declaraciones, que se nos antojan un despropósito en un país en que todavía hay alimentos racionados porque la producción agraria es insuficiente, vienen apoyadas por la línea oficial de los llamados “lineamientos” que insiste en que se incrementen las exportaciones y se reduzcan las importaciones de productos agrícolas para beneficiar lo que llaman “la sostenibilidad alimentaria”

Abrumado por tantas tonterías económicas en tan poco espacio pregunté para saber si todo esto se trataba de alguna broma de mal gusto y la respuesta que obtuve es que no. Que el ministro dijo lo que dijo, y además, al parecer en 2016 los productores cubanos exportaron 5.524 toneladas de frutas frescas y vegetales, obteniendo por ello ingresos por 3.252.000 dólares. No está nada mal. La cuestión es que muchos cubanos, insisto muchos ciudadanos, niños, personas mayores, siguen esperando en la cola a que lleguen esos productos que se destinan a la exportación.

Y que conste que no seré yo quién cuestione el esfuerzo exportador de un país. Los principales problemas de la economía castrista, su círculo vicioso, radica en esa debilidad para vender al mundo bienes y servicios que tengan demanda en el exterior. Es bueno exportar. Por supuesto que sí, pero nunca se debe practicar esta actividad antes de atender plenamente las necesidades de alimentación de los cubanos. Hasta los vietnamitas en su abandono definitivo del colectivismo comunista en la propiedad de la tierra produjeron tanto arroz, del que antes había escasez, que no solo atendieron la dieta de los ciudadanos, sino que actualmente es uno de los primeros exportadores mundiales de este producto.

Rodríguez Rollero insiste en que ese volumen comercializado en el exterior hay que multiplicarlo este año y en los próximos "para fortificar la economía". Coincido con él. Pero difícilmente logrará ese objetivo si no se aplican otras medidas que permitan a los agricultores producir más y mejor. El sabe de lo que estoy hablando, y desde luego, acabar para siempre con las colas y el racionamiento. Eso es lo más importante antes de vender a los barcos.

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