En torno a la política migratoria de EEUU hacia Cuba

Elías Amor Bravo, economista

Nada nuevo bajo el sol. El régimen castrista, después de insistir en la tesis de los daños del embargo, para lo que se anuncia una vez más la presentación de un Informe sobre sus presuntos efectos, resulta que ahora presenta también una denuncia contra EEUU por estimular el "tráfico ilícito de personas". Esto se ha sabido tras la celebración de un encuentro técnico sobre emigración celebrado en La Habana poco después del restablecimiento de los vuelos regulares entre Cuba y EEUU. Los que pensaron que el “deshielo” podría tener algún efecto positivo, estaban más que equivocados.

La expresión de que el trato migratorio "preferencial" que otorga Estados Unidos a los ciudadanos cubanos es lo que explica y estimula la "emigración irregular" y el "tráfico ilícito de personas", no es más que una aberración histórica y un insulto a la inteligencia. Si se presta un poco de atención a la historia, se podrá comprobar que nada de lo dicho por el régimen es cierto. Los últimos vuelos regulares que salieron de Cuba rumbo a EEUU en 1961, sí, los mismos que ahora parece que se van a reestablecer 55 años después, iban cargados de cubanos que huían a toda prisa de la represión y las delaciones desatadas por la revolución comunista contra las personas y sus familias por el mero hecho de disentir de la ideología oficial. Luego llegó un calvario para tres generaciones de cubanos que buscaban como “escapar” de la tiranía castrista, utilizando todos los medios posibles a su disposición. Episodios que se han ido reproduciendo cada 15 años más o menos, Camarioca, El Mariel, Guantánamo, ...sirven para tirar por tierra la denuncia castrista contra Estados Unidos.

Una correcta interpretación de la historia, de hecho, debería servir para afirmar todo lo contrario: es decir, agradecer a EEUU que durante tantos años haya acogido a los cubanos que, poniendo en grave riesgo sus vidas, se lanzaban a balsas en su sueño de ser libres y poder vivir una vida sin ataduras ni represión. Por ello, debe ser bienvenido cualquier proceso que tienda a "incrementar la cooperación bilateral en esta área”, tal y como indica la nota publicada en el sitio oficial del Ministerio de Exteriores (Minrex) cubano.

En ese sentido, es absolutamente despreciable que el gobierno de un país cuestione la política migratoria favorable que otro otorga a los ciudadanos de ese país. La Unión Europea podría estar en permanente conflicto por ello, al reivindicar la libre circulación de personas en su espacio. Gracias al “trato migratorio preferencial a los ciudadanos cubanos” por parte de EEUU, el sueño de muchos se ha podido realizar lejos de su tierra, se han podido enderezar vidas, reunir y agrupar familiares divididos por el régimen, en definitiva, defender el derecho humano de los cubanos, a ser libres fuera de su país.

En ese sentido, denunciar “la persistencia de la política de 'pies secos/pies mojados', la Ley de Ajuste Cubano y el 'Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos', es tirar piedras contra su propio tejado, porque esas medidas de EEUU fueron la respuesta de este país al drama humanitario creado por la llamada revolución desde sus orígenes sobre el pueblo cubano, privado de libertad, reprimiendo a colectivos sociales, persiguiendo la libre iniciativa empresarial o la tenencia de divisas, y un sinnúmero de supuestos que el régimen consideraba delictivos. Gracias al apoyo de EEUU, los cubanos en masa, más de dos millones, pudieron rehacer sus vidas en aquel país y contribuir a su crecimiento y desarrollo.Si el régimen acelerase reformas democráticas, eliminara la represión ideológica contra los disidentes y abriese sus estructuras políticas hacia las libertades y el pluralismo, incluso, una buena política de vecindad con EEUU sería muy interesante.

Es más, en contra de lo que opina el régimen castrista, esta política de EEUU ni ha estimulado la emigración irregular”, ni tampoco ha favorecido "la comisión de delitos como el tráfico ilícito de emigrantes y el fraude migratorio". Los cubanos que elegían la balsa para escapar de la represión en la isla y luchar por su libertad, sabían muy bien lo que estaban haciendo y por ello, si no conseguían su objetivo, ni se les pasaba por la cabeza ser devueltos a su país. Esa es otra cuestión sobre la que el régimen castrista debería reflexionar.

Es bueno que EEUU y Cuba hablen. Y por supuesto de los temas migratorios. Este es un asunto fundamental que debería tener una respuesta a una pregunta: ¿por qué los cubanos llevan más de 57 años huyendo del régimen castrista? Esta es la cuestión a dilucidar, pero mucho me temo que a los Castro no les interese hablar de ello. En su eterna demagogia contra el vecino del norte, lo único que harán será trasladar responsabilidades a EEUU, que es lo que ya están haciendo, al tiempo que, una vez más, ponen a los países de América Latina en contra de EEUU. En ese sentido, llama la atención que los cancilleres de Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Perú enviasen a finales de agosto una carta al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en la que igualmente, solicitaban revisar su política migratoria hacia Cuba, en lo que se puede calificar como una peligrosa injerencia en los asuntos internos de dos países. Y todo ello, por la crisis de emigrantes cubanos en el continente cuyo origen no es otro que la situación interna en Cuba que, nuevamente, mucha gente no está en condiciones de soportar..

El tema migratorio será, sin duda, un asunto importante en las relaciones entre EEUU y Cuba. La isla se encuentra atravesando una grave crisis demográfica que no se puede permitir la pérdida de población joven, precisamente la que ansia y sueña con poder desarrollar una vida más agradable y próspera en el vecino del Norte. La huida de cubanos hacia el exterior preocupa a los Castro por primera vez en 57 años, aunque ellos saben que su horizonte temporal vital ya es limitado.

Por otra parte, no me extraña que en EEUU teman una explosión de huidas del país, similares a las del Mariel o Guantánamo, dada la grave crisis que atraviesa la isla por la pérdida progresiva del apoyo económico de Venezuela. Puede incluso influir negativamente en la pretendida normalización iniciada tras el restablecimiento oficial de los nexos diplomáticos, hace ya más de un año. Lo que es evidente es que los cubanos desconfian de las reformas de Castro en materia migratoria y no quieren quedarse a disfrutar de los beneficios del “paraíso de los obreros del mundo”. Por algo será.

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