¿Por qué suben los precios agrícolas en Cuba?

Elías Amor Bravo, economista

Porque la intervención del estado ni produce ni vende y lo complica todo.

Acaba de ser publicado el opúsculo “Ventas de productos agropecuarios. Indicadores seleccionados
Enero - Diciembre 2015”, a cargo de la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba, ONEI. Los datos que ofrece son más que elocuentes y nos permiten orientar el análisis.

Las ventas de productos agropecuarios, en valor y en cantidades, se analiza a través de los tres canales de distribución que pueden utilizar los cubanos. 

A saber, los Puntos de venta, también conocidos como Kioskos que, según la definición de la ONEI, son administrados por cualquier base productiva (estatal, U.B.P.C, C.P.A y C.C.S), en los que emplean su fuerza de trabajo y además pueden pertenecer a campesinos dentro de su área de producción. Su número es limitado y se encuentra en proceso de revisión.

En segundo lugar, los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda, que son los mercados donde los precios se determinan libremente según la oferta y la demanda, y muchos cubanos deben dedicar una parte importante de sus ingresos para la compra de los productos básicos.

Y en tercer lugar, los Mercados Agropecuarios Estatales, herencia endiablada del modelo económico de la llamada "revolución", y que son los mercados que venden los productos con precios de acopio centralizados a precios minoristas máximos. En los de La Habana, Artemisa y Mayabeque, por la vía de experimentos que se mantienen de forma indefinida en el tiempo, venden además, el resto de lo que les queda, que suele ser poco o nada, a precios de oferta y demanda, y tienen autonomía para comprar los productos que comercialicen, pudiendo ser abastecidos por las empresas agropecuarias, comprar a terceros y vender productos agropecuarios, frescos o elaborados autorizados.Un experimento que no está dando los resultados apetecidos a la vista de los datos.

Un escenario un tanto paradójico y atrasado, que como consecuencia del modelo de intervención estatal en la economía y la ausencia del mercado libre en el conjunto de los sectores y actividades, lleva a acontecimientos tan lamentables como la escasez o los precios elevados.

En términos globales, las ventas totales en los tres establecimientos descendieron un -11,1% entre 2014 y 2015, pasando de 2.754,2 millones de CUP a 2.447,5 millones de CUP en cada uno de los dos años. Este descenso de las ventas ha tenido, sin embargo, un impacto desigual en los tres canales.

Así, los puntos de venta o kioscos, han registrado un aumento en las ventas del 5,6% pasando de 790 millones de CUP a 835 millones de CUP entre 2014 y 2015.

Los mercados de demanda oferta han registrado un descenso moderado del -1,3% pasando de 290 millones a 286 millones de CUP entre los dos años.

¿Cuál es el problema entonces? La respuesta está en la ineficiente actuación de los mercados estatales. Estos, no sólo concentran la mayor parte de las ventas, sino que además, han experimentado un descenso espectacular de las mismas.

Respecto al primer dato, entre 2014 y 2015 las ventas en los mercados estatales han descendido de 1.673 millones de CUP a 1.325 millones de CUP, una disminución en porcentaje del -21%, muy superior a la registrada en los mercados de oferta y demanda. Pero es que el volumen de las ventas que se realizan a través de estos mercados que son controlados de manera ineficiente por el estado, representa en 2015 el 54% del total de las ventas de productos agropecuarios en el país, un porcentaje que ha descendido seis puntos con relación al registrado un año antes, que era del 60%.

Con menos ventas y con un peso desmesurado de las mismas en las opciones de compra de los cubanos, los mercados estatales están demostrando que no se encuentran preparados para dar respuesta a los estímulos que el régimen quiere dar a la producción interna de alimentos y el fomento de la actividad agraria. Estos mercados, bajo el control ineficiente de la red de acopio, obligan a los cubanos a padecer escasez o en el peor de los casos, recurrir a los otros mercados para la adquisición de los alimentos, pagando unos precios muy superiores a los que se derivarían si la oferta y demanda jugasen libremente en el conjunto de la economía, como sucedía antes de 1959. Tal vez lo mejor sería hacerlos desaparecer y convertirlos en puntos de venta o kioscos, e incluso en mercados de oferta y demanda, dejando a los productores e intermediarios decidir precios y cantidades.

Los datos ofrecidos por ONEI son aún, si cabe, más alarmantes cuando se analizan las ventas en unidades físicas, tomando en consideración los distintos productos, en los que entran aspectos como la rapidez de transporte a los mercados o la adecuada organización de las cadenas de valor. En suma, una economía atrasada, desconectada entre producción y consumo y organizada de manera deficiente por un estado intervencionista que carece de capacidad para planificar y gestionar lo que es suyo. Las molestias ciudadanas están servidas como los incidentes que recientemente se han producido con el ataque incontrolado a humildes carretilleros. La gente tiene derecho a protestar. Este es el panorama que espera a Obama en La Habana. Ojalá que no le pidan malanga.







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