El régimen castrista aprende "marketing"


por Elías Amor

En ese continuo goteo de noticias procedentes del régimen castrista, sobre los “cambios” introducidos para suavizar las graves tensiones que el modelo de planificación centralizada y ausencia de propiedad privada está teniendo sobre amplios sectores de la sociedad cubana, ahora nos llega la autorización para publicar en el directorio de ETECSA, las “páginas amarillas” anuncios por los cuenta propistas y los que prestan los servicios privados autorizados por el régimen. Nada nuevo bajo el sol.

Primero, que en Cuba se tenga que “autorizar” por el régimen algo tan simple como publicar un anuncio en unas páginas amarillas de una guía telefónica, nos da una idea bastante exacta de hasta dónde ha llegado el sistema estalinista absurdo implantado por los hermanos Castro durante más de medio siglo, y el tipo de situaciones aparentemente incomprensibles que se derivan de esa apuesta fracasada.

Segundo que ETECSA es un monopolio estatal que, previsiblemente, para ahorrar gastos, ha recibido la autorización del régimen para “recaudar” fondos de las actividades privadas que son, hoy por hoy, las únicas que generan recursos suficientes por la mayor eficiencia y productividad que presentan con respecto a las aburridas empresas estatales.

Tercero, porque cualquiera que tenga conocimientos básicos de Economía y marketing sabe que este tipo de anuncios sueltos, carece de utilidad para aquellos que se informan. Mucha más eficacia tenían durante el período especial aquellos ciudadanos que, contratados por los paladares que se habían abierto en La Habana (y que posteriormente fueron cerrados por el régimen) se colocaban a la puerta de los hoteles y se acercaban a los turistas para informarles boca a oído de las ventajas de calidad y precio de comer en los paladares. De paso, los gerentes de estos establecimientos, les pagaban una especie de “comisión” por hacer este trabajo.

Aquello, cuando empezó a funcionar realmente y a dar buenos resultados, fue suprimido por el régimen con uno de esos zarpazos colectivistas a los que los cubanos no se acostumbran, ya que cada vez que se aflojan los mecanismos de control y represión económica, el carácter emprendedor de los cubanos aflora y el sistema de empresa libre se abre camino frente a la pétrea estupidez de los gobernantes estalinistas.

El que ahora el régimen castrista permita a los trabajadores privados, por primera vez en medio siglo, insertar publicidad en un medio estatal no deja de ser contraproducente. Para muchos cubanos nacidos después del triunfo de la llamada “revolución” la publicidad es algo del vecino del Norte, del capitalismo, un sistema “maligno” para el adoctrinamiento estalinista, pero que la mayoría admira y adora.

Si alguien del gobierno castrista tuviera alguna idea de lo que representa el marketing empresarial, como técnica fundamental para la gestión de los negocios que se orientan al mercado, sabría que los anuncios en el medio estatal de ETECSA lejos de ser beneficiosos, pueden llegar a ser contra producente. Primero, porque la imagen de monopolio es bastante negativa de por sí, de modo que los gestores de establecimientos privados se verán “obligados” a pagar sus “anuncios” con un escaso éxito comercial, como bien pronto se podrá ver.

Segundo, porque la publicidad tiene sus reglas. Tal vez habría que haber estudiado las necesidades existentes en el mercado, después diseñar bien el producto o servicio a prestar, fijar los precios en términos competitivos, diseñar la distribución y finalmente, cuando todo lo anterior esté claro, fijar la política de comunicación. Empezar la casa por el tejado, en asuntos económicos, es desastroso. Como juego, no deja de ser simpático. Cuentapropistas, paladares, peluquerías, cafeterías, etc colocando anuncios en los directorios de ETECSA jugando a la economía privada para cumplir el manual “del buen revolucionario” que son los llamados “lineamientos”. Cuánto tiempo perdido, cuanto experimento sin razón, y cuanto desperdicio de talento, esfuerzo e inteligencia.

Para tener una idea del escaso efecto que esta “comunicación” publicitaria va a tener sobre la población basta con conocer el mecanismo de inserción, que consta de dos etapas. En la primera se publican dos secciones en las Páginas Amarillas: una con la información de las entidades y otra con las categorías referentes a los productos y servicios que ofertan los trabajadores por cuenta propia. A ver quién se va a dedicar a ver esas secciones para localizar los servicios que desea contratar o consumir. Y después, el precio, nada más y nada menos que unos 10 dólares (unos 220 pesos cubanos) por inserción. ¿Se puede pensar en algún mecanismo más atinado de recaudación? Al final ETECSA como buen monopolio, actúa de acuerdo con las directrices de quién manda. ¿No es así?

Si el régimen cree que, con este tipo de decisiones puede adquirir una cierta legitimidad reformista anda muy equivocado. Quienes pusieron fin al sector publicitario en Cuba, provocando la estampida de brillantes profesionales hacia un duro y difícil camino del exilio, que habían construido uno de los sectores publicitarios más creativos, eficientes y profesionales de América Latina, hace más de medio siglo, no nos van a convencer autorizando a los cuentapropistas a contratar espacios publicitarios en la guía de ETECSA.
 
 

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