Fidel Castro, su pensamiento autárquico y la economía cubana

Lean esto, no se lo pierdan. La edición de Granma de hoy lo coloca a la cabecera del diario digital. Es un breve resumen de una intervención de Fidel Castro en el I Fórum de Energía de 1984. Yo creo que hacen muy bien de publicar estas cosas. Nos ayudan a comprender mejor lo sucedido y por qué el castrismo ha conducido a la economía cubana a una situación tan crítica como la actual. Reproduzco el texto entero por su interés. Dice así:

La mentalidad de los cuadros, de todo el mundo es importadora
Hasta ahora, en general, la mentalidad de los cuadros, de todo el mundo es importadora; necesito esto, necesito lo otro, me hace falta esto, me hace falta lo otro. Todo el mundo. Quiero tal equipo, quiero tal máquina, quiero tal computadora, quiero tal materia prima. Nadie dice nunca: voy a dar esto; vamos a producir esto para exportar. Nos hemos acostumbrado realmente a solicitar importaciones. Cada vez que vemos un problema, lo queremos resolver con importaciones; cada vez que tenemos una necesidad, la queremos resolver con importaciones. A veces creamos necesidades que generan importaciones, y casi nunca se piensa en lo contrario: generar productos para exportar, generar exportaciones. Luego, es fundamental, y en eso se ha estado ya trabajando, y no se debe perder un minuto.
Se venía haciendo este esfuerzo; pero ahora hay que hacerlo con mucha más conciencia, con mucha más eficiencia, con mucha más sabiduría. Y en el plan de inversiones, prioridad absoluta —repito— a las producciones que sustituyan importaciones o generen exportaciones
Fidel, en 1984, en el I Fórum de Energía


No tiene desperdicio. Los economistas van a descubrir un rancio pensamiento autárquico en sentido estricto, más propio de las dictaduras totalitarias de mediados del siglo XX que de los sistemas democráticos con economía de mercado. Parece un texto extraído de alguna intervención del dictador Franco antes de 1959, aquel que pensó que España podría también industrializarse sin la ayuda de los demás, o del Hitler eufórico anterior a la segunda guerra mundial. Pero no, es Fidel Castro, el máximo dirigente de Cuba durante medio siglo, el hombre que ha inspirado un modelo económico y social que es un auténtico fracaso, porque simplemente es incapaz de alimentar a la población.

La autarquía, como doctrina económica, está completamente trasnochada desde mediados del siglo pasado. Tras la segunda guerra mundial, los países descubrieron que el intercambio comercial libre, la apertura de barreras arancelarias de los países y el establecimiento de un sistema de cambios estable, eran la mejor, y posiblemente única, estrategia para superar las trabas del subdesarrollo. El paréntesis de entreguerras se había encargado de mostrar lo evidente. Cuando los países se encerraban y practicaban políticas autárquicas, la economía mundial se resentía y los problemas económicos y sociales aumentaban de forma insostenible.

Realmente, este fue el modelo de la economía de la República de Cuba antes de la dictadura castrista. Su éxito comercial y económico en los mercados mundiales no sólo dependía de su especialización en la producción de azúcar, sino de la existencia de un marco flexible y abierto en sus relaciones de comercio con el resto de países del mundo. Gracias a ello, la economía cubana se convirtió en comercio exterior per capita a finales de los años 50 en una de las primeras potencias de América Latina. Su capacidad para generar ingresos en la economía mundial la situaba por delante de las débiles y empobrecidas economías europeas, como España o Italia.

Fidel Castro casi medio siglo después, sin tener en cuenta que el tiempo pasa de forma inexorable y que las doctrinas económicas evolucionan para dar respuesta a los problemas de cada momento, pensaba que era posible el desarrollo económico con sustitución de importaciones, es decir, seguía creyendo en la autarquía. Precisamente, en la década de los años 80 en la que países como los denominados “dragones asiáticos” habían mostrado al mundo cómo era posible salir del subdesarrollo y mejorar continuamente renta y riqueza en menos de una generación, por medio del ejercicio de la apertura económica y la definición de una adecuada posición en la economía mundial.

El sueño autárquico, la miseria de los pobres, es uno de los lastres que frenan el crecimiento de los países, su capacidad para ser competitivos y eficientes en la economía mundial. Al impedir la llegada a un país de importaciones de tecnología, de bienes de equipo, de bienes intermedios, de cualquier artículo necesario para mejorar las perspectivas de desarrollo, se impide a la economía crecer. No es cierto que la prohibición de la entrada garantice que se produzcan los bienes dentro de la economía nacional. Ese es un supuesto erróneo, ya que se desconoce que la denominada “reversión tecnológica” se basa precisamente en que vía importaciones, los procesos y las tecnologías que quedan obsoletos en los países más avanzados, se trasladan a otros de desarrollo menor, y con costes más bajos, donde se aprovechan al máximo las economías de escala. Además, si se cierran las fronteras a los bienes procedentes del exterior, ¿dónde está el embargo?, ¿fuera o dentro?

Ya en nuestro siglo, Fidel Castro apartado del poder, debe estar observando qué alejado de la realidad se encontraba su pensamiento en materia económica, al comprobar cómo la globalización, el fenómeno que va justo en la dirección contraria a sus tesis autárquicas, se extiende de forma generalizada por todo el planeta, y son precisamente los países que mejor entienden este proceso los que mejoran en renta y riqueza. En América Latina, por ejemplo, sin ir más lejos, el éxito de Brasil, Chile, Perú o Colombia y México solo se puede comprender gracias a unos términos favorables de intercambio y un aprovechamiento riguroso de las ventajas del libre comercio.

A la larga, con ideas como las que Fidel Castro defendió se comprende mejor el desastre de la economía cubana en este medio siglo: el cierre de la industria azucarera, por ejemplo, una decisión de largo alcance, y de consecuencias nefastas para la economía de la que fue primera potencia mundial. Pero eso es otra historia.

Comentarios

  1. GUAU! Me parece grandioso que de unas pocas palabras pronunciadas hace 27 años (en las cuales hay que tener mucha inspiración e imaginación para ver un aliento autárquico) te bases para escribir esta reflexión.

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